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Astillero diplomático

CASA CASTA (II): Juan Pablo Lohlé, y no Héctor Timerman, el reemplazante del Canciller Jorge Taiana.

Oberdan Rocamora - 23 de noviembre 2009

Miniseries

Astillero diplomáticoescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

– Ché, Taiana ¿al exterior vos mandás sólo a los trolitos del Frepaso? -le preguntó Moreno, Secretario de Comercio Interior-. ¿Es verdad que no te gusta mandar afuera a los negros peronistas?

El canciller Jorge Taiana no va a ser reemplazado, según nuestras fuentes, por el embajador Héctor Timerman. Va a serlo por el embajador Juan Pablo Lohlé.
Probablemente, la trascendencia del presente texto dilate, por algún par de meses, la permanencia de Taiana, El Inadvertido. O que se incinere el «proyecto Lohlé».

Trátase -el «Poli» Lohlé- del embajador Artículo Quinto, que se dejaron olvidado en el Brasil.
En materia de olvido, el record lo ostenta el embajador Hernán Patiño Meyer, otro Art.V. Es El Equilibrista que sigue, aún, en el Uruguay.
Tal como indica el adagio popular:

«Pasan los Menem, los Duhalde, los Kirchner. Pero Patiño siempre queda».

En el próximo destino diplomático, sea Roma, Londres o Brasilia, Taiana, El Inadvertido, podrá evocar, con un profundo rictus de nostalgia, las peripecias memorablemente estremecedoras de «la Cancillería de las Regionales». Vividas junto a «El Tojo», su viejo Jefe, o sea el embajador Ojea Quintana.
Y con la inexplicable Rosa de Luxemburgo. La embajadora Llorente, la cuñadita internacional.

Mimetización

En la venerable Casa-Casta, Taiana es registrado por la apasionada mimetización de su caricatura. Al extremo, casi patológico, de considerarlo otro diplomático de carrera. De los obsesionados por el circuito cerrado del oficio. Las glorias del ascenso, el aprovechamiento integral de los derechos. La gestualidad del destino.
Taiana, El Inadvertido, conoce la cancillería desde los tiempos innombrables que nunca transcurrieron. La instancia, hoy socialmente impresentable, del menemismo.
Dependía, como funcionario mediano, del vice canciller Mario Cámpora.
Arrancaba la impertinencia del menemismo, y aún no había estallado la reconocida virulencia gestionaria del canciller Domingo Cavallo. Por la intuición que lo indujo a liberarse, paulatinamente, de los dos vicecancilleres que recíprocamente se detestaban.
Primero, del embajador Archibaldo Lanús, que debió partir hacia Ginebra, a los efectos de suceder al viejo embajador Leopoldo Tetamanti, un ilustre que estaba enfermo.
Y después, al propio Cámpora, encargado de reabrir la embajada ante el Reino Unido. El Primer Mundo estaba, por entonces, ahí nomás.
Entre los cambios, Taiana cayó parado como embajador (de Menem), en Guatemala. Para permanecer cinco años y hacerse cargo, después, de la problemática sustancial de los derechos humanos, para la insignificancia insostenible de la Organización de Estados Americanos.
La OEA es el engendro carísimo que ni siquiera sirve para resolver el conflicto literario de Honduras. Cabe, en todo caso, la posibilidad de atribuir, la abismal incompetencia de la organización, al catastrófico nivel diplomático del Secretario General. Insulza.

Chapita y El Pavo Real

La instalación del virus triunfal del kirchnerismo hizo que Taiana volviera, oxigenado, a la cancillería. Al ministerio piadosamente triste, del que ya ni se ocupaba Ovidio Bellando, el único que lo tomaba en serio.
Fue -Taiana- segundo del canciller Bielsa. Al que Kirchner solía llamar El Pavo Real. Mientras tanto Bielsa, atinadamente, lo llamaba, al Presidente, «Chapita».
Bielsa y Taiana, El Pavo Real y El Inadvertido, se profesaban -como Cámpora y Lanús- una antipatía recíproca.
Nada tenían que ver los distintos enfoques en la política exterior, que, para colmo, no existían.
Con acierto, Bielsa consideraba que Taiana pretendía desalojarlo. Que lo serruchaba, con énfasis. Lo cortejaba a Chapita, para ser ministro él.
Pronto Kirchner se dio cuenta que Taiana, por inadvertido, era el canciller ideal. Menos incontrolable que Bielsa, que ostentaba la pomposa superioridad intelectual. Iba siempre calzado con diferenciadoras citas de libros. De autores que Kirchner, olímpicamente, desconocía.
Porque Chapita era un gran erudito en carencias.

Para colmo, las reacciones de Bielsa obedecían al temperamento hereditario. Un domingo a la mañana, Bielsa había regresado, algo harto, de China. Pero Kirchner lo llamó al celular, para recriminarle furiosamente por haber formulado declaraciones, sin pedirle permiso ni haberlas acordado. Justamente Bielsa tomaba un café, relajado, en Puerto Madero.
«¿Para eso me llamás?, loco de m., la re p. madre que te re mil p., te voy a c. a trompadas».

Reacciones inimaginables en Taiana.
Trató siempre -Taiana-, en su rol de Canciller de las Regionales, de mantener una relación armónica con el hipersensible cuerpo de los profesionales de carrera. Y hasta solía pontificar, incluso, como ellos, acerca de las ponderables hazañas seductoras de El Pomo Real (Adviértese, a propósito, sobre la reiterada aparición de falsos «pomos reales». Hay uno solo).

El Astillero

Los miembros de la Casa-Casta atraviesan, según nuestras fuentes, por un llamativo período de estricta inutilidad. Evocan esplendores perdidos, por los pasillos de la Casa. En las comidas sociales.
La cancillería presenta una temática similar a la de «El Astillero», la novela de Juan Carlos Onetti. Oficinas donde se trabaja con ahínco. Pero donde no entra, ni sale, ningún barco.
Deambulan, patéticos, decenas de embajadores sin destino.
Se amontonan en el Consejo Sagrado de los Venerables. Se quejan por las plazas gravitantes que se encuentran penosamente desocupadas. Sospechan, según la Garganta, que las vacantes se encuentran reservadas para los jerárquicos de «la Cancillería de las Regionales». Los que se encuentran, siempre, al borde de la partida.
Las quejas seriales, en El Astillero, contienen lamentos borincanos porque las representaciones latinoamericanas se mantienen ocupadas por «los Artículo Quinto». O sea, los políticos. A los que Kirchner suele dejarse olvidados, entre las partidas de funcionamiento, en sus destinos. Como los citados Patiño Meyer, El Equilibrista, y «Poli» Lohlé, acaso el próximo canciller. O Macedo, olvidado en Bolivia, «Balito» Romá, en el frepasismo del Paraguay, o D’Alessandro (aquel clon a la bartola del Chacho Álvarez), en el frepasismo del Perú, o la señora Castro, La Bagayera, en el frepasismo de la Venezuela Bolivariana.
Yoma vuelve, pero para pasarle la posta a la señora Vaca Narvaja.
Y los más nuevitos también aspiran a que les crezca el tronco del olvido. Como el ex gordo Ginés, en Chile, o la señora Marino, en Cuba.

Pasión por partir

Sin embargo, el afán participativo de los políticos no se agota en la coronación de los embajadores. Abundan otros aficionados, a los que no les alcanza la chapa. Compañeros a los que hay que ubicar, en alguna agregaduría. Para incorporarlos transgresivamente en los consulados.
La complejidad de estos casos radica en la sistemática producción de conflictos sindicales. Con el APSEN, los diplomáticos agremiados que son menos violentos que los del Subte, o de la Kraft.
Del convaleciente espíritu corporativo de la carrera, últimamente tan fragilizado.
Para evitar eventuales altercados, Taiana solía demorar las partidas de los postulantes que venían de la política. Se acumulaban. No los podía arreglar con un contratito, de las centenas de contratos que maneja El Tojo.
Entonces fue cuando ocurrió el doliente llamado de Guillermo Moreno, con el que se inicia el segundo envío de la miniserie Casa Casta. Es el temible Secretario de Comercio Interior.
Cuentan que Taiana, por mimetizado, se inquietó, cuando le anunciaron la comunicación, en línea, de Morenito. Gracias a nuestro solidario Ciro James, pudo reconstruirse la ceremonia del diálogo.

– Ché, Taiana, así que vos mandás al exterior sólo a los trolitos del Frepaso. Si no se la comen, y no son del Frepaso, vos no te ponés las pilas para mandarlos. Dicen que no te gustan los negros peronistas, ¿es cierto?, pero quiero recordarte que, si vos sos Canciller, es por el peronismo.

A esta altura Taiana, según nuestras fuentes, se obstinaba en esgrimirle a Moreno que «no era así, de ningún modo».

– Hay una compañera que, por decisión del Presidente, está para salir, y la tenés planchada hace cuatro meses. ¿Tanto te jode, Taiana, que sea peronista? Si mañana no sale la resolución, te…

Virtudes mágicas de la diplomacia. La resolución salió al día siguiente.
La «compañera» se encuentra laboriosamente feliz, en el destino.
Por la experiencia en el fango peronista, Lohlé, indudablemente, se encuentra preparado. Infinitamente más que Timerman.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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