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Entre Quiroga y Arbizu

La Doctora y Magnetto. Por el exterminio recíproco.

asis - 10 de mayo 2013

Cartas al Tío Plinio

Entre Quiroga y ArbizuTío Plinio querido,

La Guerra-Divorcio, entre el Gobierno-Estado, hoy bajo el comando de La Doctora, y El Grupo Clarín, siempre al comando de Héctor Magnetto, ingresa en el tramo de las “soluciones finales”.
Es el riesgo recíproco del exterminio.

El Furia era un duro en el difícil arte de arrugar. Pero arrugaba. A la larga.
En cambio La Doctora no tiene marcha atrás. No retrocede ni siquiera para bailar el tango. Se dispone a ir por todo. Siempre hacia adelante. Hasta el abismo.
El problema es que Clarín, tío Plinio querido, ya tampoco puede intentar ninguna negociación. Carece de espacio hasta para capitular.
El Grupo no estaba hecho para la pelea.
Supo conquistar empresas gigantes y canales por la magia impuesta de la influencia.
Ahora la única alternativa que le queda es ir, también, por todo. Fortalecido por el aporte sustancial de alguna agencia americana (se ampliará, sólo si viene al caso).

Los propósitos compartidos de aniquilación mantienen de rehén a la política.
Al conjunto de referentes temerosos que viven de ella y desconocen cómo protegerse, tío Plinio querido, del fuego cruzado.
Sin enredarse en algún bando.

Otro rehén del divorcio bélico es la sociedad. Padece los estampidos y desmoronamientos sin que nadie se los aclare.
Sin saber por qué demonios estos tipos, que estuvieron juntitos durante cinco años, desataron la masacre que los pulveriza. A ambos.

Acuérdese que, durante medio 2012, excitaron a la sociedad con los acontecimientos del 7-D. Incluso tía Edelma preguntaba qué iba a pasar aquel 7-D.
Nada, tía, se le dijo. Un pepino. Iba a ser sólo lo que fue. La víspera del 8-D, día ideal para tomar la comunión.

El juego de los tres errores

Entre Quiroga y ArbizuSepa que El Furia, entre tantos, cometió tres grandes errores.
El primero fue declararle la guerra a Clarín, el aliado fundamental.
El socio que le ayudó, con el silencio, a conquistar la hegemonía, utilizada después para destruirlo.
Hay autoridad para decirlo porque, a través de estas cartas, desde hace ocho años usted sabe de las cajas.
Tiene noción de las proyecciones de Lázaro, El Resucitado. De La Banda del IDUV. Del Club de los 500. De El Neolopecito (aún no atendido).

El segundo error fue perder la guerra.
Sobre todo en la batalla de la Justicia, que La Doctora después decidió llevarse puesta. Democratizarla.
Ocurre que Clarín los desorientó durante tres años con la guerrilla de las cautelares.
Los humilló con la fanfarronada trunca del 7-D. Los hizo hociquear con fallos de cámaras.

El tercer error de El Furia fue el más inapelable. Morirse, irresponsablemente.
Para dejarle a La Doctora el legado impresionantemente envenenado del Fort Knox. La fortuna que, precisamente, la iba a degradar.
Desastres que la pobre no se encuentra en condiciones de pilotear.
Aunque La Doctora “la ponga”. Que autorice invertir parte de “la heredada”. Para comprarse canales.
Y llegar al extremo audaz de decirle, con rescatable desparpajo, al encargado de comprarla, cuando pichuleaba precios.
“¿Y quién c… sos vos para querer ahorrar cinco millones de los míos? Comprá ya y dejate de j….”.
Aunque quiera poner también, de “la heredada”, la que se pesa, para comprarse una petrolera.
O acaricie el colmo de contratar a Tinelli. Con “la suya”, con “la viva”. La crocante. Para neutralizarlo.
Le hizo un buraco irreparable al ídolo, que deambula entre el sabatismo. Sin canal.

Pesados

Que La Doctora “va por todo” pudo percibirse cuando Moreno, el funcionario más grotescamente simpático de la patología, irrumpió en la asamblea de accionistas de Clarín.
Ante la circunspección contenida de Rendo, el estupor de Aranda, con irreverencia festiva Morenito apareció a los gritos. Con Kicillof al lado, que ponía severo rostro de pesado. De culata del arrabal.
Una combinación de Brad Pitt con Ramón Mercader, dispuesto a desenfundar, en cualquier comento, la lengua, y hacer una carnicería con la palabra.
Pero el pesado de verdad que Moreno llevó a la Asamblea no fue Kicillof. Fue Alejandro Vanoli, el titular de la Comisión Nacional de Valores.
Entre Quiroga y ArbizuVanoli emerge como el misil de la nueva Ley de Mercado de Capitales.
Un espanto jurídico que habilita a los accionistas minoritarios a intervenir las empresas. Con la artillería infiltrada del Ansés (organismo que aguarda el respectivo escándalo).
Significa confirmar que La Doctora puede encarajinar la empresa que se le ocurra. Sobre todo Clarín.

Consta que ayer mismo, tio Plinio querido, se anunciaba la intervención. Por noventa días. Trasciende que existe un próximo operativo de la CNV.

Lo que pasa es que La Doctora prepara el Misil Vanoli porque no logra soportar el efecto del penúltimo Misil Lanata.
Fuerte como la instalación conmovedora de Los Impresentables.

La devastación moral que le produjo motivó que La Doctora apretara a sus comandantes, que se guardaron en sus sótanos durante dos días.
Hasta que se registró lo que pasará a la indiferencia de la historia, sin mayor rigor, como la “estrategia de la farandulización”.
Mecanismo que estaba, en realidad, servido.
Aquí es cuando entra a tallar la histeria colectiva de los periodistas que se anotaron para mojar la medialuna del escándalo. Suelen apasionarse con los factores autorreferenciales del oficio.
Era innecesario que bajara alguna línea el Comandante Zannini, El Cenador, o El Abalito, eterno secretario de prensa que pasa por Premier.
Porque quien interesaba era Karina, la Gallito dulce, una astuta profesional que sabe explotar la redituable concepción de niña distraída.
Interesaba también el ídolo popular que supo invitarnos. Inolvidablemente, en El Contra.

Los faranduleros fueron los periodistas que se peleaban con las medialunas enarboladas. Y las derivaciones resultaron moralmente más devastadoras aún, porque hasta La Otilia -cada día más ardiente y fatal- se hizo especialista en los pormenores del arte de la marroquinería.
(Otilia hasta intentó pesar los billetes que atesora en “negro”. De cien mangos, de cincuenta y de veinte).

Club Swinger

Pero las fuerzas de La Doctora contraatacaron después, tío Plinio querido, con la misma pólvora que recibían.
Trátase de las denuncias de lavado. A las explosiones de las cajas blindadas de Lázaro y del El Furia se replicaron con los lavaderos del trío Magnetto, Aranda y Pagliaro.
En Delaware y Panamá. Espejos de una Argentina que también se lanza institucionalmente a lavar.

Se asiste entonces a la lucha deshonrosa para instalar quién en Argentina lavaba más blanco. Si Lázaro-El Furia, o el Trío de los Tenedores (de libros).

A la catarsis minuciosamente calculada de la señora Miriam Quiroga, con la sugerencia implícitamente triangular, se respondía con las exaltaciones orales de Hernán Arbizu.

Entre Quiroga y ArbizuLa Argentina se debate infortunadamente entre los conocimientos acumulados por Quiroga y Arbizu.
Pero no se puede comparar un medio, un arsenal mediático, con otro. En materia de virulencia y de daño, El Grupo golea.

Clarín lo golea, en intensidad, a Tiempo, que en la vanguardia del combate desplaza a Página 12 (diario que también fue de Magnetto).
Como golea Periodismo para Todos a “67y8 Telecataplum”.

Mientras tanto desde América, CN23 y Tiempo se utilizan los preceptos culturales de Arbizu. Pero también los gastados misiles anteriores de Lanata. Cuando tuvieron como destinatario al Grupo que hoy frontalmente representa.

Un formidable Club Swinger copó, tío Plinio querido, la patología nacional.
Cuando la parejita de Kirchner y Magnetto se mantenía unida, alcanzaron, juntitos, maravillas compartidas.
Quedan sólo restos de potentes rencores. Hoy se convierten, recíprocamente, en estragos.
Divorcistas enfrascados en la “solución final”. Pasa por la exterminación irreparable del otro.
Ante los rehenes impotentes y hartos. Ante la política clausurada y la sociedad perpleja.

Eclipse

Entre Quiroga y ArbizuDígale a tía Edelma que ayer Ligeia intentó avisarle del eclipse.
Me dice que tía Edelma tenía el celular apagado.
El eclipse fue a las 21.29. Con la luna nueva en Tauro.
Para Ligeia -explíquele- todo ciclo lunar se inicia con un novilunio. Con el Sol y la Luna en conjunción.
Como tía Edelma tiene ascendencia taurina, cuéntele que ahora tiene cuatro planetas en Tauro.
Marte (dígale que lleve algo rojo los martes). Mercurio (que se ponga algo verde los miércoles). La Luna (que esté de gris y negro los lunes).
Y finalmente el Sol. Para que luzca, los domingos -acuérdese- el amarillo.

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