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Scioli marca la cancha de Cristina

Derivaciones del Operativo Calabró II.

Jorge Asis - 10 de julio 2012

Artículos Nacionales

Scioli marca la cancha de CristinaTío Plinio querido,

La iniciativa, pese al concebible deterioro, aún la mantiene Nuestra César.
Sólo crece aquel que ella ataca.
Se enaltece todo aquello que ella degrada.

En las últimas semanas, Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, lo dejó muy atrás a Mauricio Macri, el Niño Cincuentón.
Allá lejos, dónde se juntan las paralelas.

Mauricio debería estratégicamente suplicarle:
«Presidenta, atáqueme un poco a mí. ¿Qué le cuesta? Mándeme castigar por los suyos, me lo merezco».

¿Qué tiene Aire y Sol, o Moyano, El Charol, que no tenga El Niño Cincuentón?

Gracias a Nuestra César, y a las impunes lenguas del elenco estable, el Líder de la Línea Aire y Sol conquista, tío Plinio querido, una extraña licencia de corso.
Está blindado. Se ganó, incluso, hasta el derecho al desatino. O a la inacción.

Operativo Calabró II

Scioli marca la cancha de CristinaLos bonaerenses ya saben que todo lo malo que Aire y Sol pueda hacer, o no hacer, es culpa sistemática del gobierno nacional.
Al instalarse, por la brutalidad de la torpeza, el Operativo Calabró II.
Menos digno, en el fondo, que el original. El Operativo Calabró I, aunque fue ideológicamente al revés.
En 1974 la derecha sindicalista del vicegobernador Victorio Calabró desalojó a la izquierda del gobernador Oscar Bidegain.
Aquel fragote fue más digno porque por entonces los estampidos, tío Plinio querido, no eran sólo mediáticos.
El acoso era violento, menos administrativo.
Las balas suplían a las palabras.

Pero para hacer el Operativo Calabró II hace falta, primero, un Victorio Calabró. Con el vicegobernador «Victorio» Mariotto, y con el mini-gobernador Darío Díaz Pérez, ex Pampuro Boy, a Nuestra César no le alcanza.
Pero con la incorporación de Julián Domínguez, de Aníbal, de Kunkel, el Operativo Calabró II comienza a ponerse más interesante.

De los neo-calabristas, debe aceptarse que Julián es el más imaginativo. Sostiene que Buenos Aires tiene que ser gobernada sólo por quienes tengan historia y la conozcan. Con prohombres de la provincia.
Como si Julián no hubiera sido colaborador principal del gobernador Carlitos Ruckauf, otro porteño importado.
O como si, sensatamente, Julián se postulara, con todo su derecho, para quebrar el maleficio. Indica que tradicionalmente nadie que fue mini-gobernador llega a Gobernador.

Scioli marca la cancha de CristinaPor lo tanto, para que cada mini-gobernador se dilate en su reino, conviene siempre importar algún porteño inofensivamente mediático. Famoso pero sin unidades básicas. Que haga la suya, que se la lleve con la pala, pero con la fuerza de su debilidad.
Basta conseguir algún audaz transitorio que tome, la provincia inviable, como una simple escala. El paso previo hacia el otro maleficio. La consagración nacional. Privilegio que sólo pudo alcanzar Eduardo Duhalde, el Piloto de las Tormentas (generadas), en la agonía de 2001. Pero desde el senado, no desde la gobernación.

Como el mini-gobernador Sergio Massa, o el mini-gobernador Jesús Cariglino, Julián es otro bonaerense que aspira a gobernar la provincia inviable. Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, el Mc Donald’s de la democracia.
Para conseguirlo, Julián se trepa al Vestidito Negro de Nuestra César. Para embestir contra el Aire y el Sol.
Con mejor juego de piernas, en amagues sigilosos con el airesolismo, y en la espera de ser aceptado de nuevo por Nuestra César, Sergio se mueve, con eficacia, en la paradójica inmovilidad. Confiado en la contundencia persuasiva de las encuestas.

Victimización asegurada

¿Qué va a hacer Scioli? Lo aconsejable. Nada.
Si ya tiene la victimización asegurada. Y a través de la mera diferenciación, por segunda vez en el año, le marca la cancha a Nuestra César.
La primera fue cuando, acosado por Mariotto, Aire y Sol huyó para adelante y aceptó que quería ser candidato presidencial, en 2015. Siempre y cuando Nuestra César no quisiera volver a presentarse. Lo que, en el fondo, no puede hacer.
Como «el alma del bandoneón» de Homero Manzi, la dejó en «orsay».
Scioli marca la cancha de CristinaLa segunda vez que le marcó la cancha fue con la conferencia de prensa. Algo que Nuestra César, por su imposibilidad para las respuestas, nunca podrá hacer.
Después de la semana de agravios, de humillaciones, descalificaciones, en su estilo positivista básico, Scioli se le elevó. Buscó tranquilizar. Imperdonable entre la apabullante medianía de crispados.

Con la cancha marcada, Nuestra César queda, en la postal, como golpista.
El vocablo «destituyente» le vuelve, pobrecita, como un bumerán.

El Tanger de Paul Bowles

Scioli es, tío Plinio querido, el problema insoluble del cristinismo.
La representación concreta de su fracaso.
Con la ideología vitalista del positivismo, Aire y Sol impone el «no conflicto». En contra del «todo conflicto».
No le entran, para colmo, las balas. Aunque se amontonen las tragedias del conurbano.

Entonces cuesta hacerle una huelga al gobernador que, en conferencia diferenciadora, dice de los huelguistas:
«Tienen razón. Ellos quieren cobrar y yo quiero pagar».

El estilo del Aire y del Sol atormenta. Envuelve. Desorienta. Con la cancha marcada, Nuestra César hoy se parece más al general Uriburu, del 30, que a Rosa de Luxemburgo.

A todo cristinista le llega, invariablemente, tío Plinio querido, su Scioli.
Se merecen el Aire y el Sol. Les pertenece.

Scioli marca la cancha de CristinaEl sciolismo se convirtió, al fin y al cabo, en el reservorio de elefantes más acogedor. Donde los sobrevivientes van a buscar refugio. A entibiarse.
Un «almacén del Paseo Colón» para los que «tienen perdida la fe».

O mejor, el sciolismo es como Tanger, el destino que sabiamente describió Paul Bowles.
«A nadie se le pregunta por qué está en Tanger. Ni cómo, ni desde dónde, llegó».

Al final el Líder de la Línea Aire y Sol le puso sucesivos Valium 80 a Nuestra César. La duerme con frecuencia. Para enfurecerla.
Como duerme a los patriotas enfurecidos del cristinismo, que impulsan el Operativo Calabró II.

Dígale a Tía Edelma que Scioli es Mono de Fuego. Que tiene ventajas naturales en el corriente Año del Dragón, que es, no olvidar, su aliado, como la Rata.
Y dígale también que Nuestra César, más por pisciana que por Serpiente de Agua, la tiene bastante complicada en los próximos tres meses.
Ahora, si Nuestra César se aguanta la adversidad hasta marzo de 2013 nos lleva a todos como bufandas. Puestos.

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