Menú

Todorov y la memoria de catálogo

En "Viaje a la Argentina", Tzvetan Todorov, impugna el tratamiento oficial del pasado.

Carolina Mantegari - 7 de diciembre 2010

El Asís cultural

Todorov y la memoria de catálogoescribe Carolina Mantegari
Editora del AsísDigital, especial
para JorgeAsísDigital

«No deja de ser cierto que un terrorismo revolucionario precedió y convivió al principio con el terrorismo de estado, y que no se puede comprender el uno sin el otro».
Escribe Tzvetan Todorov, en El País, de Madrid.
El texto se titula «Un viaje a Argentina».

Colega superior -Tzvetan Todorov- es también semiólogo, como la articulista. En su caso, epígono transitorio de Roland Barthés, aquel teórico francés que involuntariamente nos hizo un daño incalculable. Con la implantación del estructuralismo a la violeta. Fue malinterpretado con la típica insolvencia estructural de los hegemónicos organizados a través de la Mafia de Puán. Es -Puán- el reducto donde se estudia (muy mal) la literatura. Con la superproducción de especialistas rigurosos del significante, seres que fatigan los suplementos culturales en la búsqueda de la changuita digna.
Aparte de semiólogo, y de filósofo, Todorov es -por si no bastara-, búlgaro. Nació en Sofia, en 1939.
Pero también Todorov emigró desesperadamente. Por el intento exitoso de aplicar, en la dura Bulgaria, las claves compulsivas del socialismo real.
Para erigirse, en el París creativo de los 60, en otro afrancesado. Como Jorge Telerman, quien también enseñó Todorov cuando improvisaba aquella cátedra de Problemas de la Filosofía. Es Telerman el mismo ex alcalde que actualmente merodea la disciplina menos honda del peronismo de consorcio. Hoy recurre a los filósofos, tan sólo, para atemperar la influencia de Daniel Filmus, en versión Encuentro. De Santamaría, Kravetz y Olmos.

Todorov lleva casi cinco décadas continuadas en Francia. Donde se transformó en el admirable crítico de la cultura que es hoy. Especializado en las genéricas tentaciones de los totalitarismos.
Alcanzó a sorprenderse, después de los 50 años, con los atributos desconocidos de analista político, igual que nuestro director. Aunque dedicado al periodismo deportivo de la historia. Como el indemne Pacho O’Donnell.
A Todorov, seguramente para menoscabarlo, se lo califica de «humanista».
Según Emile Cioran, el calificativo de «humanista» era el peor que podía ofrecerse en el mercado a un intelectual. Conste que Cioran era otro afrancesado, infinitamente menos refinado que Telerman. Porque Cioran, aparte de pensador, era rumano. Tragedia, en la Europa actual, aún más grave que la de ser búlgaro. Y era formador de discípulos menos interesantes. Como Fernando Savater, el vasco, que abrumaba inoportunamente a Cioran, con la demagogia temporaria de la juventud.
Entre las obras de Todorov debe valorarse, ante todo, «La experiencia totalitaria». O los escritos críticos sobre los «formalistas rusos», que entusiasmaron tanto a Eduardo Gudiño Kieffer. Supo celebrarlo en «Para comerte mejor», novela evocada, justamente, en algún catálogo.

Catálogo

En noviembre del 2010, Todorov estuvo en Buenos Aires. Contratado para brindar dos conferencias, auspiciadas por la Fundación OSDE. Y a las que esta crítica, inexplicablemente, no estuvo invitada. Por olvido, acaso, del misterioso señor Cipolla. De todos modos, igual nos inscribimos para participar, el 2 del 11, de «Barbarie, civilización, culturas». Y el 4 del 11, de «Totalitarismo y Ultraliberalismo».
Debe aceptarse que las conferencias de Todorov fueron previsiblemente monótonas. Resultaron menos nutritivas que el texto publicado en El País.
A Todorov, con seguridad, los que desconocían las teorías de Cioran le organizaron, en Buenos Aires, el circuito turístico del humanismo. Incluyó, por supuesto, la visita obligada al Museo de la Memoria, o sea a la ex ESMA, «el cuartel transformado en centro de detención y tortura». Y también lo llevaron al Parque de la Memoria. Donde, con ánimo de impresionarlo, le entregaron el «Catálogo Institucional». Sin imaginar siquiera que iba a ser el punto de partida para las reflexiones.
Porque se presenta, en el Catálogo, a «la Argentina como un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia».
Infortunadamente, no pudieron convencerlo, a Todorov, de la ejemplaridad.

Contrafácticas

Dice Todorov, sin intención de provocar:
«Como fue (la guerrilla) vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria».

Sin lanzarse al desafío de la historia contrafáctica, que suele seducir a Rosendo Fraga, Todorov plantea la inquietud inadmisible. Similar a la planteada por el historiador Pío Moa, a propósito de La Guerra Civil Española. Es sobre el destino improbable de la Argentina, en el caso que la guerrilla hubiera triunfado.
A «título de comparación», Todorov apunta que «en el mismo momento (entre 1975 y 1979)», una guerrilla equiparable «se hizo con el poder en Camboya».
Con el balance contable de un millón y medio de muertos.

Por lo tanto Todorov advierte:
«Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable está preparando el retorno de la violencia».

Para la insolencia de Todorov, en definitiva, no se puede entender el terrorismo de estado sin comprender el terrorismo revolucionario.
«La inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos siempre en nombre del bien… Las causas nobles no disculpan los actos innobles».

Los memoristas selectivos que participan de la algarabía ejemplar del Catálogo pueden, perfectamente, descalificarlo también a Todorov. Acotarlo. Reducirlo a la categoría de mero reproductor de la teoría de los dos demonios. O entregarse, frontalmente, a la indagación sin prejuicios de la Verdad, la Memoria y la Justicia.

Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital

Permitida la reproducción sin citación de fuente.

Relacionados

El Don Juan de la Seducción Rentada

Grindetti se dispone a arrebatarle la gobernación que tenía en el bolso. Pero se le vinieron en patota los desastres.

Carolina Mantegari - 7 de octubre 2023

Como los billetes de Gostanian

Es el neomenemismo libertario de Javier. Pero aquel Carlos tenía detrás al Partido Justicialista.

Carolina Mantegari - 20 de agosto 2023