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Salvar a Jaime

LA EQUIVOCACIÓN DE LA DERROTA (IV): Antes que cante. Como Plácido Domingo. La Mona Jiménez. O Los Chalchaleros.

Oberdan Rocamora - 15 de julio 2009

Miniseries

Salvar a Jaimeescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

Salvar a Jaime. Es la consigna kirchnerista de la hora.
El temor, explicablemente, se expande.
Preocupa que al sujeto de referencia se le ocurra, de pronto, emular a Plácido Domingo. A la misma Mona Giménez. O sea la primera voz de Los Chalchaleros.
Inquieta que el Señor de los Subsidios súbitamente se dedique al desborde estético del canto.

Sin embargo, un sondeo liminar sobre el extravagante personaje, Ricardo Jaime, permite atenuar las causales de las preocupaciones lícitas. Por haber administrado subsidios de casi diez mil millones anuales. Con demasiados involucrados en la presunta costumbre latina. La tradición, finalmente legitimada, por la cultura impuesta de la telefonía milagrosamente celular.
Que instaló, con sabiduría, para comenzar la ceremonia de la comunicación, el 15.
El 15 de 10 mil son 1500 por año.
450 millones de glucolines gringos. Sin contar los entrecruzamientos posibles que aluden al 85 restante.
«Pero El Flaco se la va a bancar», nos certifica una Garganta.
«Eso sí, Rocamora, nunca es bueno que a un hombre, en su circunstancia, lo dejen solo».

Los comechingones

De las 34 causas que Jaime mantiene amontonadas, según fuentes vinculadas a la defensa, se confía llegar, en dos meses, «a un digito». O sea 7, a lo sumo 8 causas.
Pese a la feria antigripal, el doctor Andres Marutián, apoderado exclusivo de Jaime, merodea, según Gargantas, por el tercer piso de Comodoro Py. Sede de los Juzgados Federales. Entre escritorios severos donde mueren las palabras. Y prosperan estrategias. Por donde suelen capitular los «comechingones».
En Comodoro Py suele culminar, en definitiva, la política cultural del cometerismo. Implica el simultáneo inicio de otra epopeya. Territorio ideal para la audacia, en general impune, de los traficantes de influencias. Los que sobregiran, hasta la degradación, el prestigio de los jueces federales. Sin sus consentimientos. Al mejor postor.

El mérito de desconocer

Hasta mayo del 2003, Ricardo Jaime, el próximo Señor de los Subsidios, no tenía la menor idea del transporte. Su especialidad, hasta el 2003, era la educación. Estaba para ser, como nuestro director, embajador ante la Unesco.

Jaime fue otro de los abrumadores inmigrantes internos. Emprendió, desde Córdoba, el camino del exilio interior, atraído por las oportunidades que podía proporcionarle el viento de Santa Cruz. Como Zannini, sin ir más lejos. O Varizat. El periplo resulta admirable.
Se radicó en el norte, en Caleta Olivia, donde fue concejal. Era una zona donde el ascendente intendente Kirchner, en 1991, venía flojo de apoyos. El intercambio le proporcionó la mudanza ministerial. Hacia Río Gallegos.
Comparado con Caleta Olivia, «para Jaime, Gallegos era como llegar a París».

Justamente Jaime no se peleó con Kirchner por defender a Piaget. Ni siquiera por José María Estrada. «Quiso ser diputado, en el 99, y El Lupo lo desairó».
Entonces Jaime se volvió -desairado- a Córdoba. Con experiencia como para ser el segundo del Ministro Maqueda, alias El Pato. Siempre en Educación. Antes que El Pato fuera senador, y que pasara, como por un tubo, hacia la Corte.
Hasta el 2003, Jaime, en Córdoba, fue, según Gargantas, un fervoroso menemista.
Conste que en la elección presidencial del 2003 apoyó a Menem. No a Kirchner.
Si se reconcilió con el designado presidente Kirchner fue, según nuestras fuentes, por intermedio del puente que le tendió De Vido.
De Vido lo mandó llamar a Buenos Aires, para decirle, a Jaime, tal vez en el Hotel Panamericano:
– «Podemos ofrecerte la Secretaría de Transportes».
Cuenta la Garganta que Jaime fue sincero. Dijo que no sabía nada de transportes.
– «No importa. Queremos alguien de confianza. Que sea nuestro. Que sepa o no es secundario».

Téngase en cuenta que, para la olvidable eventualidad, Moyano había esgrimido setecientos mil motivos para colocar, en la Secretaría de Transportes, por intermedio de cierto senador, a López de Punta. Quien sí sabía, pero de sobra. Más de lo necesario.
Pero por decisión de Kirchner fue Jaime.
Un mérito invalorable hacia la virtud del desconocimiento.

Como Lavorante

Después de la equivocación de la última derrota, De Vido, el único insustituible en el esquema, motorizaba el despido de «los impresentables» que se le emancipaban.
De Jaime, «por desprolijo». Y de Moreno, el foco de los conflictos.
Había que aprovechar que Kirchner estaba depresivamente atontado.
«Como Lavorante, aquel boxeador que tardó tanto en despertarse».
Entonces Jaime, antes que lo echaran, presentó la renuncia a La Elegida. Conciente que, al presentarla, se le venía encima el aluvión. El vendaval jurídico.
Curiosamente, la renuncia de Jaime consolidó, por algunos días, a Moreno. Porque Kirchner, antes que aquel Lavorante, despertó.

Berlusconismo

Sin embargo el drama de Jaime dista de ser estrictamente personal. Para la declinación del kirchnerismo, Jaime representa la frontera del dilema político. Para convertirse en la atrocidad judicial. De manera que no queda otra alternativa que salvarlo. Al menos, no entregarlo. A pesar de la reconocida desprolijidad del personaje de referencia. De los raptos documentados del berlusconismo más pintoresco.
En adelante, no se trata, tan solo, del avioncito aparcado en Carrasco, que debiera preocuparle al atribulado Cupeiro. O a los empresarios vinculados del sector. Al baluarte que era gordo y esta cada vez más irreconociblemente flaco. O los que no tuvieron reparos menores en firmar frontales cheques. En Mac Cair. En Royal Class. A los efectos de abonar viajecitos desprolijamente indebidos.
Lo que atormenta es que Jaime, de pronto, si lo abandonan, en la «cuesta abajo en la rodada», se lance a cantar. Operas de don Plácido, como si fuera un barítono. O los jocundos cuartetazos de la Mona. O las melancólicas zambas que suele entonar. Que aluden a «la noche de abril, en el pueblito de Córdoba».

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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