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Legajo 11

LA EFEDRINA ELECTORAL (I): Sobre el acoso judicial a Francisco De Narváez.

Oberdan Rocamora - 9 de junio 2009

Artículos Nacionales

Legajo 11escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

«Y entonces B… dice: «El Colo mandó un mensajero porque te quiere ver en Uruguay». C…dice: ¿Qué Colo? Y B… le contesta: «El Colorado Francisco De Narváez».  (Legajo 11)

Causa 8483. Juzgado Federal de Primera Instancia de Campana. Tres «legajos de identidad reservada». El 9, el 11, y el 12. Desalojan del primer plano, en la inflamada causa de la efedrina electoral, a los contactos telefónicos. Los que fueran desplegados desde el celular de Danilo Coronel, uno de los mil empleados de De Narváez, con Mario Roberto Segovia, el que ocupa el lugar del hombre malo en esta historia.
Los legajos se imponen, además, sobre los usurpados e-mails. Intercambiados entre Francisco de Narváez, el objetivo principal, con un lúcido columnista de La Nación. En los correos De Narváez alude, según trasciende en la prensa escrita, a la intención anticipada de recusar al doctor Federico Faggionatto Marquez.
Trátase del Juez Federal de Zárate-Campana. Jurista acosado por la devaluación de 36 denuncias, aposentadas en el Consejo instrumental de la Magistratura. En ámbitos tribunalicios se propaga un lugar común. Indica que para Faggionatto, la causa de la efedrina, resultó providencial. Para algo más que estirar la agonía profesional. Sirvió para el intento de resurgir, en medio de las escandalosas descalificaciones.
Otro lugar común alude, sensatamente, a los presuntos vínculos, hoy bastante aceitados, de Faggionatto, con los dos pesos pesados del Consejo de la Magistratura de la Victoria. La miniserie asume el riesgo de naufragar, entre la mezcla ambigua de justicia y estrategia electoral.
Sin embargo, cuesta admitir que el gobierno adhiera a la brutalidad de referencia. Que el tema del narcotráfico sea judicialmente banalizado, a través de los márgenes bajos de una operación política. A los efectos de esmerilar a Francisco De Narváez, El Elegido. Como canal para desembarazarse, imaginariamente, de Kirchner. Por la certificación de una nimia derrota electoral.
Cuesta admitirlo por motivos sustanciales. En principio, porque la profundización de la temática de la «efedrina electoral», para el gobierno, puede tener derivaciones fatídicamente indeseables. En especial por las informaciones acumuladas a partir de los tres impresionantes asesinatos de General Rodríguez. Remiten a la causa abierta, relativa a los glucolines irregulares de la campaña del 2007. Se encuentra en el estrado de la doctora Servini de Cubría, movilizada en otros litigios, para tratar, acaso, en próximos despachos.
Además, para ganarle el 28 a De Narváez, según nuestra evaluación, es innecesaria tanta bestialidad. A pesar de la inquietante encuesta de Poliarquía. Porque la brutal frontalidad produce, para ser precisos, el efecto contrario. Lo promueve a De Narváez. Hasta agigantarlo. No le entran balas. Porque, cabe admitirlo, el kirchnerismo atraviesa un período de devastada credibilidad.
Al margen de las operaciones seriales del quirófano, el Portal prefiere ajustarse a la información. Mientras De Narváez se desgasta en las recusaciones, recibe generosas solidaridades. Pero se avanza, sospechosamente, en simultáneo, en otros litigios judiciales que victimizan la estructura improvisada del adversario principal. Temas de próximo tratamiento.

«Carne, mondongo, pescado»

Escógese, para comenzar la miniserie, el Legajo 11. Testimonio de Identidad Reservada del 16 de marzo del 2009.
«Chacra de Sierra de Los Padres. De E.E. Mediados del 2004».
El «dicente», que estuvo en prisión domiciliaria, es especialista en «trabajos de tráfico con carne, con mondongo y con pescado». Alude a una reunión, con personas que identifica con nombre y apellido. Con las que no tendría inconveniente, indica, en ser careado. Hubo guardaespaldas.
La reunión fue con «Don J., de origen colombiano». Interesado, Don J., en «la logística para introducir cocaína en la Comunidad Económica Europea».
Llegaba Don J. «al dicente», recomendado por otro colombiano, UC.
Como había «problemas», en Colombia, para la entrega de la mercadería, los J. decidían radicarse en la Argentina. Con base en Punta del Este.
En la reunión, «comentan que tenían un empresario político». «Familiar indirecto de ellos, que tenían la mayor de las confianzas y además tenía dinero aquí en la Argentina, para los gastos operativos».

Scanners

En el legajo se avanza con otras delicias.
«Como la cocaína es orgánica, con los productos alimenticios no se ve». Es decir, mezclada entre el pescado, «no se ve la droga en el scanner». Entonces los containers de pescado, con cocaína, llegaban desde Perú a Chile. De Chile hacia la Argentina, para la exportación.
Para el transporte de efedrina llegaron a utilizar, incluso, el viaje a México «de 7 u 8 chicos». Uno de ellos era «campeón de surf».
La efedrina iba hacia México entre las tablas de los inocentes surfistas. «Donde no puede ser escaneada».
Aunque convenía trasladar la mercadería desde Panamá, «porque en México tienen un detector para los productos químicos, entre ellos la efedrina y Panamá no».
Para terminar con el dramatismo del Legajo 11, cabe consignar que el dicente manifiesta que «Segovia, C…, y De Narváez, usan teléfonos satelitales, los cuales son comprados en Paraguay, se cargan con tarjeta y no se registran aquí en la Argentina. Se habla y se apagan, no se dejan prendidos porque así se daría con su localización».
Basta con el anticipo para entender qué es lo que le espera a De Narváez, El Elegido, en el despacho del doctor Faggionatto Márquez. Secretaría de Daniela Frías. Campana.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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