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Cobos y Clarín

La ofensiva de Kirchner es suicida, pero racional.

Osiris Alonso DAmomio - 19 de marzo 2009

Consultora Oxímoron

Cobos y Clarínescribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital

«Que gobiernen Cobos y Clarín».
Lo soltó Pérsico, con la categoría conjetural de una maldición.
Pero Pérsico se equivoca. Los Kirchner, aunque seguramente pierdan, jamás le van a dejar el gobierno a Cobos. Antes del descalabro convocarán, en todo caso, elecciones presidenciales. Más desesperadas que anticipadas.
En las que también, las brigadas diezmadas del kirchnerismo comparecerán con una fórmula. Encabezada, probablemente, por Scioli. El líder de la Línea Aire y Sol. Sin otra alternativa, el pobre se encuentra adherido a la desdicha previsible del naufragio.
Conste que Scioli es el gobernador que depositó más laceraciones personales en el fracaso político del oficialismo. El cual, mientras agrede y avanza, diseña los términos desastrosos de su salida. A pesar de los esfuerzos de la enternecedora oposición, que suele proporcionar, en su inocencia, transitorios triunfos parlamentarios. Que generan lícitas euforias, con abrazos televisivos al diputado Rossi.

«Plata o m…»

Sin embargo, las tendencias -patológicamente suicidas- del kirchnerismo mantienen la racionalidad de una conducción.
Kirchner acumula frentes adversos, pero con el objetivo, sistemáticamente programado, de pulverizarlos.
De manera responsablemente simultánea. Contra la oposición entera. Contra los osados desafiantes del campo. Contra Clarín.
«Plata o m…», suele simplificar un funcionario bonaerense. Otro de los invariablemente aferrados a la «estrella del César».
«Plata», traducido, consiste en imponerse en la totalidad de los frentes. Entre los harapos de una sociedad cansada.
«M…» significa resignarse. E irse, preferiblemente «por izquierda». Acosados por la conjunción de oligarquías petrificadas que impulsarían el surgimiento, conjeturalmente folklórico, de «la resistencia».
La «oligarquía agropecuaria», tan tradicional como inexistente. Acompañada por la multiplicidad de sectores que incluyen al peronismo. Y la «oligarquía comunicacional». Clarín.

Presidencias de Kirchner

Se confunde aquel que cree, en la polvorienta instancia de los atropellos, que el kirchnerismo carece, en su suicidio, de racionalidad.
La ofensiva contra Clarín es explicablemente sensata. Pero contiene la ciega insensatez del sujeto que la promueve.
Kirchner fue, precisamente, el máximo favorecido, durante su primera presidencia, por el tratamiento informativo del Grupo inicialmente comunicacional.
Ocurre que Clarín, por la dinámica del crecimiento empresarial, debió inspirarse en la sesgada concreción de negocios estratégicamente invalorables. Más, infortunadamente, que al ejercicio, hoy secundario, del periodismo, que derivó en la plataforma para las complejas proyecciones. Características de comportamiento que permitieron -según nuestra evaluación-, que Kirchner impusiera, con facilidad, los desbordes. Las prepotentes imposturas que lo llevaron, con la complaciente complicidad informativa de Clarín, a conquistar, con admirable rapidez, la hegemonía.
En la segunda presidencia, a través del mascarón de La Elegida, Kirchner intentó atenuar el magnífico poderío del multimedios.
Pero es -según Consultora Oximoron- como en el tango. Tarde.
Entonces Kirchner desperdicia, hacia el sumidero de la historia, el gobierno nominal de La Elegida.
Si con el presente ímpetu, Kirchner avanzaba, sin ir más lejos, en el 2005, podía haberse llevado puesto a Clarín. Como si fuera un arito. Con vigorosa convicción. Con la legitimidad política que, en el 2009, carece.

Escaramuzas

La racionalidad de la ofensiva kirchnerista, en contra de Clarín, contiene entre 60 y 90 días de consultas sustanciales. Plazo necesario para garantizarse, con especulativo candor, durante la campaña electoral, un comportamiento menos salvaje. O meramente profesional.
Pero a esta altura, según nuestras fuentes, como se asiste al tango «Tarde», no existe posibilidad de retroceso. De negociación.
Los ataques explícitos unificaron, con esperable solidez, la estructura casi familiar del Grupo. Que emerge, para colmo, como el penúltimo bastión de resistencia al «autoritarismo». Hasta para aquellos alarmados que consideran necesario atenuar la concentración de semejante poderío, que imposibilita la gestación de cualquier democracia viable.
Abroquelados, entonces, en torno del señor Magnetto. A quien la contienda le estimula la epopeya personal de recuperarse físicamente.
Mientras tanto, en el interior del Grupo, crece, en importancia, el cuadro que emerge, en conjunto con Rendo, como el plausible heredero del aún vigente Magnetto. Que no es, de ninguna manera, el señor Aranda, quien apenas califica para conducir el changuito en el supermercado Disco. Ni menos, el señor Pagliaro, que conciente de sus límites «está en otra».
Trátase del señor Casey. «El Sobrinito».
Según nuestras fuentes, Casey se encuentra varios metros por delante del acentuado refinamiento del señor Etchevers. Pero Casey se encuentra a la par -reitérase-, de Rendo.

En los preparativos para las escaramuzas finales, Magnetto descuenta que Kirchner, el declarado enemigo, avanza con algunos temas técnicamente menos prioritarios que la civilización del «triple play». Primero, Kirchner avanza a través del fútbol. Con la impugnación hacia las privatizaciones noventistas de los goles, los que no pueden socializarse hasta después de «Fútbol de Primera». Pero también Kirchner avanza con la perforación de las fusiones. Como Cablevisión-Multicanal. Y con otros aspectos dolorosamente emotivos. Como la perversidad judicial que alude a «los hijos». Los cuales no sólo se limitan, según nuestras fuentes, a los hijos, ya bastante grandecitos, de la señora directora, Laura Ernestina Herrera de Noble. Hay, en apariencia, más grandulones. Con intimidades desgarradoras que se ventilan en un tribunal independiente de San Isidro. Desde donde lanzan «solicitudes de paradero», con una ligereza estremecedora. Hasta a quienes convocan, a su pesar, como testigos.

Recaudos

Mientras tanto, tres o cuatro emblemáticas figuras del kirchnerismo básico, tendrían que agudizar, acaso inútilmente, sus recaudos.
En principio, según nuestras fuentes, debiera preocuparse el Rudy Ulloa Igor. Es quien se encuentra más vulnerable, en el primer plano del próximo fusilamiento periodístico. Lo siguen, casi a la par, el batallón de señalados por la magia de las prosperidades rápidas. Desde Jaime, El Señor de los Subsidios, hasta los titanes de Electroingeniería. O Lázaro Báez, El Resucitado.
En cambio De Vido, según nuestras fuentes, conserva un misterioso hálito de protección. Porque «Julio» mantiene, probablemente, una noción respetuosa de la civilización, de las bondades del diálogo. Genera lazos espiritualmente peronistas de afecto. Los que a Kirchner, en cuanto se entere por este despacho, podrán desagradarle. Hasta ponerlo, como con frecuencia, digamos que irascible. Con seguridad menos irascible que cuando el pobrecito, según nuestras fuentes, se enteró de aquellos decisivos resultados electorales de Catamarca. Cuando emergieron, por doquier, los gritos independientes. Golpes hacia las paredes. Fragilidad con rupturas. Reacciones elementalmente primarias que tentaron a los circunspectos señores de la custodia a imaginar ciertos artificios de contención.

Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital

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