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Último Cobos

Ahora Reutemann. Después del Cleto Cobos, del Alberto Fernández y de Felipe Solá.

Jorge Asis - 19 de febrero 2009

Cartas al Tío Plinio

Último CobosTío Plinio querido,

Reutemann es el cuarto Cobos que se le suelta a La Elegida. Por culpa, también, de El Elegidor.
Como los próximos Cobos amenazan con soltarse en banda, en adelante no se los va a enumerar. Pueden simplificarse como Cobos tardíos.

El primer Cobos que se le soltó, a La Elegida, fue el Cleto Cobos.
Con el primer Cobos suelto, estalló, tío Plinio querido, el cuento de La Concertación.
Mientras tanto Cobos, el fundador de la dinastía, por el mérito heroico de haberse soltado, se consagra como el ídolo unánime de las encuestas. Y de los festivales.
Desde entonces, el gobierno, más que su caída, aceleró la intensidad del desperdicio. Hasta flotar, forzadamente, entre la densa pesadumbre del ridículo.
Sin Cleto Cobos, el emblema de los Radicales Kash, no existe, tío Plinio querido, envoltorio de «concertación» que valga.
Con Zamora, el del latrocinio cotidiano de Santiago del Estero. O con el expresivo Saiz, de Río Negro, no alcanza para envolver, concertadamente, nada. Ni a nadie.

Cobos II. Alberto

El segundo Cobos que se le soltó, a la Elegida, nos aproxima al plano subjetivo de la estética. Fue el poeta romántico Alberto Fernández. El sonetista enamorado, de los versos más tristes.
Con el Cobos suelto del Alberto, el gobierno de La Elegida, más que la caída, aceleró la tendencia destructible hacia la implosión. La extraña fascinación de hacerse polvo por dentro.
El segundo Cobos suelto, en su instancia hipersensible, representaba la máxima alucinación de La Elegida. Consistía en creer que podía estructurarse un gobierno distinto. Con «mejor calidad institucional», acuérdese. Y con Clarín, gracias al Alberto, positivamente contento.
Sin De Vido, sin Jaime, sin Moreno.
En definitiva, sin Kirchner.
Con El Elegidor dedicado a inspeccionar elecciones por el mundo. Como si fuera Carter. O al armado de conferencias. Como si fuera Duhalde.
Pero Alberto, el segundo Cobos suelto, otra vez, tío Plinio querido, va a sujetarse. Sólo falta que lo perdone La Elegida. Por haberla dejado sola. Con la resignación de destacarse, en exclusiva, como agobiante articuladora de palabras. Con la competencia de una calificada locutora oficial. Con el fondo de flores de los jardines de Olivos. Por inspiración del Elegidor. El que manda.

Cobos III. Solá

El tercer Cobos suelto fue Felipe Solá.
Este tercer Cobos, al soltarse, marca el desmoronamiento de la epopeya teóricamente precaria. A la épica brutal que su sobrino supo dedicarle tres libros. Explicativamente redituables.
Se les agradece -nobleza obliga- a los Kirchner.
Con la salida innecesaria de Felipe, el tercer Cobos, se les suelta, por descontrolados, la propia historia. Se les derrama el mito. El atributo más presentable, con atmósfera de hazaña.
Porque el tercer Cobos, Felipe, resultó fundamental para alcanzar el máximo éxtasis kirchnerista. La gloria, en el pico más alto del 2005. El desplazamiento de Duhalde, de la provincia perforada de Buenos Aires. Menem, jamás, se habría animado a tanto.
Duhalde, tío Plinio querido, queda, en la indiferencia de la historia, como un «pre Cobos».
El Pre Cobos fue, curiosamente, El Elegidor de Kirchner.
«El que puso al Loco que se lo lleve», ahora suele decir Duhalde. A los efectos de divertir en los asados de la ADEVIK (Asociación de Víctimas de Kirchner, ONG con personería en trámite).
Mientras tanto, Felipe, el tercer Cobos suelto, participa de las euforias transitoriamente armónicas del Trío Esperanzas. Junto a otro presidenciable, el «Niño» Macri. Y con De Narváez, el Caudillo Popular. Conforman el conjunto de rock que Kirchner prefiere atribuir a los armados ajedrecistas de Duhalde. Aunque el Trío Esperanzas fue diseñado, en realidad, y a medida, por Tito Lusiardo, alias Juanjo. Para algarabía utilitaria de Clarín, que amplifica las bondades del trío a los efectos de mortificar, sobre todo, tío Plinio querido, al Elegidor. El soltador de los Cobos. Responsable, en su desequilibrio, de la instalación de la dinastía.

Cobos IV. Reutemann

Llega entonces el turno de Reutemann. Es el cuarto Cobos que se suelta.
Reutemann, inexplicablemente, aún fascina a tía Edelma.
Alucina a las veteranas hipersensibles, querendonas como La Otilia, que es fatal. O a la enigmática Pochocha, que siempre lo mantiene a Reutemann estampado. Sonriente en la pared, ataviado de Piloto de Fórmula Uno, desde los diluidos tiempos de Mimicha.
Reutemann es, tío Plinio querido, el último Cobos. Que se le suelta a La Elegida, como consecuencia del hartazgo que lo condujo al quirófano.
Como al Cleto y a Felipe, el pretexto lo brinda, servido, el desbarajuste suicidario del campo.
El campo se los llevó puestos a los Kirchner en el 2008. El campo torna aún más sombrío el 2009.
Pero Reutemann emerge, en el fondo, como el último Cobos, por el inapelable 75 por ciento de imagen negativa que comparten, en Santa Fe, La Elegida y El Elegidor. Enternecedoramente juntitos. Hasta el final.

El último Cobos, Reutemann, se le suelta a la Elegida porque El Elegidor quiso, otra vez, pasarse de listo. Hacerse el piola. Al transformar, la insinuación presidencial de Reutemann, en un acto lúcido de su estratégica inteligencia.
Como si Reutemann fuera un instrumento fácilmente manipulable del Elegidor.
Justamente Kirchner quiso, en su desbandada, y para atenuar su naufragio irremediable, aferrarse al tronco de Reutemann. Pero el último Cobos, con seca frialdad, lo dejó caer.

En adelante, tío Plinio querido, los Cobos que se vayan, los próximos que se suelten, van a dejar de ser noticia. Merecerán recuadros.
Van a ser más novedosos aquellos dirigentes que se queden. Que acompañen hasta la ceremonia del Requiem.
Adentro, junto a las declinaciones que prosperan, de La Elegida y El Elegidor.
El caso más emblemático, de los resistentes que persisten, lo representa Scioli, el titular de la Línea Aire y Sol.
Como única estrategia posible, al pobre Scioli le queda el programa de la especulativa lealtad. «Con fe y esperanzas, con ganas, siempre para adelante». Con la ideología del vitalismo para aspirar a transformarse en el heredero de los Kirchner. Del desastre irremediable que puedan dejar los Kirchner. Antes que se les apague, institucionalmente, la luz.

Dígale a tía Edelma que a La Elegida, a partir de su cumpleaños, tiene que irle un poco mejor la vida. Por ser Serpiente de Agua, en el Año del Búfalo de Tierra. Pronto Medea, que sube desde Antibes hacia París, va a ocuparse. Dígale que la espere.

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