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Profecías Mayas

Defensores de Kirchner, porrazo del capitalismo, y el 2012.

Jorge Asis - 18 de septiembre 2008

Cartas al Tío Plinio

Profecías MayasTío Plinio querido,

Otro gobierno, con la marroquinería de Antonini, se hubiera evaporado.

A Isabel, en el 76, la procesaron por la firma de un cheque miserable. De la Cruzada de Solidaridad Justicialista, acuérdese. De cuando podían plantearse cruzadas. Había márgenes para la ilusoria solidaridad. Y existía el Partido Justicialista. Distaba de ser, el PJ, esta Confederación de Franquicias Provinciales. Compendio cultural de antagónicos unificados por la marchita.

El kirchnerismo va a ser estudiado, tío Plinio querido, injustamente, por la magnitud grotesca de sus escándalos. Por el venerable aislamiento espiritual. Pero merece un sitial de privilegio, en la historia, por su audacia. Extraordinariamente ilimitada.
Se encuentra en la plenitud del retroceso. Sin glóbulos rojos de credibilidad. E igualmente hace pata ancha.
Desde el infortunio de la soledad, explicablemente vengativa, La Elegida brinda lecciones de geopolítica. Irrita -y conste que es un atributo- a los apasionados defensores de los poderosos.
A los que exclusivamente castigan a los débiles, mientras auxilian a los fuertes.
Son los que antes, cuando los Kirchner estaban fuertes, les temían. Ahora hay canilla libre para el castigo. Los saben débiles.
El trayecto que se extiende, desde la posición de fuerza, a la de debilidad, enseña que el kirchnerismo está académicamente terminado. En sala de pre-embarque. Para una partida que debiera demorarse más de tres años.

Es entendible que La Elegida se muestre altivamente rencorosa con los consultores del Primer Mundo. Aquellos que oportunamente, con fundamentadas razones, la aplazaron. Sin percibir la contradicción de la propia debacle. La de quienes los contrataban.
El porrazo del capitalismo instiga a releer acerca de las apocalípticas profecías mayas.
Ponga «profecías mayas», tío Plinio querido, en el buscador del Google. Y cliquée. Pero que tía Edelma no se las tome muy en serio.

Grupo Rating

«La gente que es brutal cuando se ensaña», dice Rivero, desde un tango incierto.
Criticar a los Kirchner, ahora, es ensañarse. Inofensivamente usual. Como ver los bailes de Tinelli. Se les atreve cualquier locutor.
Sin embargo con sondas, con cables colgados de suero político, los kirchneristas hacen «pata ancha». Irremediablemente, habilitan fatales escuderos. Caballeros borgeanos, guapos que salen a defender causas indefendiblemente perdidas. Nada tienen para perder, como la clase obrera que idolatraban los marxistas. Sólo su fuerza de trabajo.
Salvo que se trate de un ministro, o de algún diputado que aún banque, podrá percibir que, desde el peronismo, nadie encara la causa perdida de defenderlos.
Ningún dirigente, que tenga algo para perder, se anota en la demencia de la desestabilización americana.

Por eso, en el último viaje, el del avión final, Kirchner tiene que reservar una plaza para el falso negro. El fiel D’Elía. Quien más defendió sus disparatadas posiciones. A las trompadas limpias, concretas u orales.
Otra plaza tiene que ser para Tumini. Y debe reservarse otra para Pérsico. Por sostener posturas admirablemente suicidas. Con un sesgo de arrojo que enternecen.
Los referentes incendiarios de las «organizaciones sociales», les matan el punto, en materia de desparpajo, a aquellos nostálgicos protagonistas del Grupo Rating.
Eran quienes, durante la transparencia comparativa del menemismo, desde el despacho-vestuario del Flaco Bauzá, salían entrenados para ir al frente. A la pelea mediática.
Vaya el franco homenaje para el Eduardo Amadeo, el Conde. Y para Jorge Yoma, El Chacal.
Mirado desde el kirchnerismo, tío Plinio querido, el menemismo era un cuento de hadas. Una aventura de Mark Twain. Una combinación de niñas de Ayohuma, con el tamborcito de Tacuarí.

Cordones

Pero Kirchner, a los tres, los va a dejar en tierra. Sin siquiera con la mano en alto.
Los kirchneristas del primer cordón son los privilegiados. Los que cobran, más valen. Tienen la plaza asegurada en el avión sorpresa.
Después vienen los kirchneristas mayoritarios del segundo cordón. Son los que cobran el sueldo, a veces se quedan con algún viático, pero en general la miran pasar. Saben de la vigencia de la marroquinería política. Pero no están habilitados para poner las manitos adentro de los cueros.
Por último, están los kirchneristas del tercer cordón. Son los que se conforman con comer caliente. Suponen protagonizar una epopeya revolucionaria. En un gobierno humanitario que va a dejar, como balance, torrentes de rencor. Deseos circulares de venganza cíclica.

En ninguno de los tres cordones, tío Plinio querido, va a encontrar peronistas.
Hoy los peronistas, de las diversas franquicias, están con Kirchner. Como mañana pueden estar con Solá, el presidente que la Argentina merece. O con Das Neves, con Barrionuevo, con Gioja. Con Pan de Leche. O verán la manera de encontrarle atributos superiores a Macri.

Dígale a tía Edelma que trate de no impresionarse con la cuestión del apocalipsis que anuncian las profecías mayas. Para el ciclo que culmina el 22 de diciembre del 2012. Porque el balurdo del calentamiento global, con los glaciares derretidos, no complementan, necesariamente, el desmoronamiento del capitalismo. Ni el advenimiento de una nueva era, sin los Kirchner. Se le va a encargar, a Medea, un artículo sobre el 2012.

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