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Sobre saltos y alambrecitos

Sorprende López Murphy con la postulación de Asís, el director del Portal, para gobernar Buenos Aires.

Jorge Asis - 10 de julio 2007

Cartas al Tío Plinio

sobresaltosyalambrecitos.jpgTío Plinio querido,

1977

Para atenuar la ansiedad informativa de tía Edelma, cuéntele que con López Murphy compartimos, en principio, el cariño de una mujer.
Es la amistad de la ingeniera agrónoma Susana Merlo, alias La Negra. O La Señora de Nadie.
Trátase de una periodista académica, una hermana desde
el 77.
Desde cuando trabajábamos en Clarín.
La Merlo en el Rural. Su sobrino entre los Creativos Prescindibles.

2001

24 años después, en el 2001, Susana Merlo fue compañera de fórmula del sobrino, en una histórica elección políticamente olvidable.
Con dos escarbadientes y un alambrecito, y con la colaboración de una magnífica Armada de Caballeros, intentaron quebrar el aparato duhaldista.
Junto al Chango Blanco, el Negro Oliva, Covas, Triaca y la avanzada del adrianismo.
Antes de la Era Kirchner. Cuando Duhalde se encontraba en plena aptitud de daño.

Menem, entonces el Jefe Político, se encontraba compulsivamente alojado en la quinta-prisión de Gostanián, alias El Gordo, el crítico literario de Mavrakis y Valdés.

Su sobrino era un alucinado candidato a senador, por la provincia de Buenos Aires. Contra, apenas, Duhalde y Alfonsín.
Y casualmente Scioli era el candidato a diputado, por la capital.
En aquella Prisión de Gostanián, solían intercambiar, los candidatos, Scioli y Asís, solidarias interpretaciones acerca de «la fenomenología del espíritu». En presencia del Jefe Político, tristemente encanado. Y de la señora Cecilia, que mantenía un comportamiento admirable.
De todos modos, mientras lo visitaba a Menem, en la quinta, Scioli ya había saltado, con discutible astucia, hacia Duhalde. A través de la liana de las declaraciones.

2003-2005

Con su femenina entereza para encarar las grandes causas perdidas, en el 2005, la Negra Merlo lo secunda, en otra fórmula, a López Murphy.
Cuando López Murphy, con poco más de dos alambrecitos y tres escarbadientes, intentó la alucinación de confrontar, por la senaduría de Buenos Aires, con las dos versiones del peronismo conyugal. Las que amenazaban con unificarse, nada más que para atormentar y distanciarse.
Contra la señora Cristina de Kirchner, alias La Vampiresa. Secundada por Pampuro, alias El Tweety Carrario. Insuperable cebador de mates con sacarina, en las quintas de los Duhalde.
Y contra la señora Hilda de Duhalde, alias Chiche. Secundada por Díaz Bancalari, alias El Zurdito, irreconocido progresista de San Nicolás. Luego de la elección, el Zurdito saltaría hacia Kirchner, en impecable destreza de garrocha.

Transcurría la instancia teórica denominada, en los caros seminarios del Portal, tío Plinio querido, La Construcción del Poder Personal.
Cuando Kirchner encaraba la sanguinaria aniquilación de Duhalde, y se apropiaba del aparato duhaldista. Del que había emergido, precisamente, en el 2003, Kirchner, cuando explotaba el mérito, probablemente único, de ser un desconocido.
Aunque distaba de ser gratis. Porque Duhalde, en el 2003, le había adosado a Kirchner, en el paquete, como obsequio de la casa, al saltarín de Scioli.

Con menor romanticismo, en el 2005, Kirchner, en tiritas, lo fileteaba a Duhalde.
Sin escarbadientes ni alambrecitos. A paulatinos golpes de caja y de extorsión de encuestas. Con la arbitraria prepotencia del keynesianismo electoral.
Con las obras públicas, caudalosamente predigeridas, para los municipios, Kirchner supo perforar al duhaldismo que lo había erróneamente catapultado.
Y con la estricta anuencia, sonriente y siempre positivamente servicial, de Scioli.
El vicepresidente, convertido en un desubicado cuerpo extraño, sobreactuaba méritos. A los efectos de ser aceptado en el kirchnerismo, que orgánicamente lo despreciaba.

2006

La Negra Merlo organizó la postergada Cumbre López Murphy-Asís.
Doña Flor y sus dos candidatos.
Fue en la Unidad Básica «Evita Capitana», del Hotel Ceasar.

Se consolidó, en adelante, una relación política signada, tío Plinio querido, por el respeto intelectual, y el mantenimiento de similares códigos.
Las coincidencias pasan, en general, por grandes líneas en materia estratégica. En lo que respecta, por ejemplo, a la noción del País. Y que en próximos despachos, incluso, se le va a detallar.

2007

Transcurre, en el seminario, la presente instancia, denominada El Descascaramiento.
A Kirchner se le descascaran hasta los atisbos de honorabilidad.
Se le pierde, en simultáneo, el respeto y el temor. Despierta más fastidio que piedad.
Escoriado, con escasa caballerosidad, le cede, a la señora Cristina, la responsabilidad de afrontar las consecuencias desastrosas del desperdicio de su administración.

Por su parte, López Murphy vuelve a asumir la idea y la acción de confrontar. Como candidato al sitial enfático de la presidencia, contra la señora Cristina. Como en el 2005.
Convoca, desde la densidad del «recrearismo», a su sobrino. Para confrontar, justamente, por la enfática gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Contra Scioli, el entrañable saltarín de la fenomenología del espíritu. Titular incuestionable de la Línea Aire y Sol. Líder del peronismo motonáutico. Titán expresivo de quinchos de lunes. Cultor de la ideología simplista del vitalismo.

Como candidato a gobernador, Scioli representa, tío Plinio querido, el máximo fracaso de Kirchner.
Debe recurrir, en su impotencia, al positivo deportista.
Al que ninguneó sistemáticamente, y humilló, con escatológico gusto, durante cuatro años.
Marca, Scioli, emblemáticamente, la imposibilidad de Kirchner para la construcción política.
La ineptitud para generar instrumentos alternativos, después de degradar la cultura del justicialismo. La que debe, por ineptitud de sus dirigentes, salvarlo. Junto a los Radicales Kash.

De prosperar la iniciativa de la candidatura, habrá, tío Plinio querido, que prepararse. Porque se nos sobreviene, de golpe, en todo caso, la campaña menos aburrida de la historia.
Si es que prospera, reitérase. Y se arma una fuerza con sustancia. La inquietante confluencia, por ejemplo, entre los honorables Pro, mezcla de compromisistas cambistas con recrearistas, y las desperdigadas franquicias de los peronistas culturales.
Sin basarse, tío Plinio querido, en la dependencia improvisada de los alambrecitos.
Una fuerza que supere, en definitiva, la atracción mediática del testimonialismo.
Para testimonio, en todo caso, sabe que sobra con el Portal.

Dígale a tía Edelma que se le envía, en correo aparte, un texto académico sobre «La Racionalidad de la Astrología». Problemática que la apasiona, sabiamente, a la tía, más que las coyunturales contingencias de la política.

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