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Cristina y la iniciativa recuperada

El perversismo prefiere que continúe Néstor Kirchner.

Osiris Alonso DAmomio - 2 de julio 2007

Consultora Oxímoron

cristinainiciativa.jpgpor Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron
, especial para JorgeAsísDigital

Con la oficialización de la señora Cristina, como candidata presidencial, Kirchner vuelve, después de los paulatinos porrazos, a reencontrar algo parecido a la iniciativa.
Un instrumento para desacomodar a la legión heterogénea de los adversarios. Los que cometían el error de no creerle.
Había extraviado la iniciativa, para ser exactos, desde que Telerman lo sorprendiera. Con aquel previsible adelantamiento de las elecciones porteñas.
Téngase en cuenta que, para un insaciable obsesivo como Kirchner, perder la iniciativa representa una manera simbólica de perder el poder.
Al perseguir, a la bartola, las circunstancias, para colmo sin alcanzarlas, Kirchner agudizó, en medio de tantas derrotas, el proceso de descascaramiento irreparable, que signa el ocaso de su gestión.

Ahora, al designarla candidata a Cristina, acepta que ella se encuentra, en el fondo, en un estado bastante superior al de El, a pesar de las encuestas. Porque mantiene, al menos, la esperanza de una reconstrucción.
Sin embargo la decisión muestra que Kirchner, en la plenitud desgarradora del descascaramiento, aún conserva algunos reflejos de jugador.
Muestra, aparte, que no se comió el amague acosador de los principales opositores. Los obstinados que aún prefieren su continuidad, aunque para sacarlo del medio.

Lo más apasionante, del ludo de la política, suele ser la lucha por el poder. Un juego que concibe el equívoco, levemente oportunista, del «manejo de los tiempos».
Los jugadores no se permiten el error, por lo tanto se cuidan más de lo indispensable.

Los que pueden obtener el cetro más alto, como los privilegiados Macri y Scioli, se resisten, razonablemente, a la aventura de tomarlo.
Los que quieren conseguirlo, paradójicamente es improbable que puedan obtenerlo.
Es el caso de Lavagna, que se agotó rápido.
De López Murphy, subestimado por la contundente arrogancia de los aliados que vacilan acerca de la conveniencia de apoyarlo.
La señora Carrió, enredada en testimonialismos ejemplares que representan, en simultáneo, la propia acotación.
O de Puerta, también limitado por la complejidad del peronismo que disiente. Medialuneros de improbable reacción, en general, ante una convocatoria, sin ir más lejos, del Alberto Fernández.
Tampoco corresponde dejar, afuera del bolillero, al titán que podría volcar las desventuras de cualquier elección. El legendario Romero Feris.

Fenómeno Armendáriz

Lo gravitante es que, los que pueden ganarle a Kirchner, o por lo menos hacerle más difícil la simulación de sus sucesivas derrotas, prefieren quedarse quietos. En el molde. Para que siga El.

Precisamente son los que hoy no pueden ganarle, los que se deciden a enfrentarlo.

Los que sí pueden, con distante paternalismo, ceden el espacio a los audaces que quieren. Porque saben que no pueden conseguirlo.
Salvo que se repita, en el plano nacional, el Fenómeno Armendáriz.
Consiste en escoger a cualquier voluntario para que pierda. Aunque finalmente sea el que gane.
Apostarle entonces una ficha a Romero Feris.

Reeleccionismo Perverso

La teoría del Reeleccionismo Perverso prendió más de lo necesario.
La consigna que movilizaba a los perversistas, parecía ser:
“Mejor contra Kirchner que sin Kirchner”.

O acaso resulte la variable:
“Estar contra El, es preferible a estar sin El”.

Por perversos, preferían que Kirchner permaneciera más allá del 2007.
Para que se hiciera personalmente responsable del desastre, en abierta coincidencia con su franca declinación.

El oportunismo elemental les indica, a los perversistas, que resulta más conveniente persistir quietitos. En el molde, con la mira puesta en el 2011.
Como si la Argentina, en el ludo, fuera Suiza.

Lo que sí coincidían, en cambio, hasta ayer, la mayor parte de los opositores, es en la causa de bajarla a Cristina.
Porque el objetivo consistía, en definitiva, en obligarlo a que fuera, de candidato, El.

Aquí reside, por ejemplo, el reeleccionismo perverso de Duhalde.
Cuando Duhalde afirma que la señora Cristina no debe ir, porque carece de experiencia.
Duhalde necesita imperiosamente que siga Kirchner. No se le dio.

Para clarificar, deben enumerarse los anotados en la fila de presidenciables, para la Suiza del 2011.
Macri, primero. Decide formalmente conformarse con el respetable apasionamiento por las canaletas municipales.
Romero, para tenerlo en cuenta. Porque posterga su proyecto mientras se reconforta con la identidad del senador.
Scioli, el titular de la Línea Aire y Sol. Porque prefiere sobreactuar su inconvincente lealtad, aunque estimule, bajo cuerda, la divulgación de las encuestas favorables, sobre todo las que lo sindican con más adhesiones positivas que los dos Kirchner.
Y hay un lote de anotados tácitos, que sigilosamente no muestran las cartas.
Por ejemplo, el notable literato Eduardo Duhalde.
O la opacidad del dúo “Los postergados”, que animan, con las medialunas enarboladas, De la Sota y Solá.
La lista aún es incompleta. Con especulativa resignación, los enrolados presidenciables preferían que Kirchner continuara con la marcha enloquecida de su calesita, hacia el abismo.
Y que los cuatro o cinco que hoy se disponen a combatirlo, aunque tengan uniformes de amianto, se incineren en la próxima pelea del 2007. A los efectos que queden, ilusoriamente, fuera del ludo, para el 2011.
Con esta línea de interpretación, Lavagna, López Murphy, la señora Carrió, Puerta, y hasta probablemente Romero Feris, dependen, en cierto modo, de la reiteración del Fenómeno Armendáriz.

Al adelantarse, y designarla a Cristina, Kirchner se anota, como Ella, en la fila conjetural de los presidenciables, para el 2011. Y recupera, transitoriamente, la iniciativa.
Aunque lo haga obligado por el expresionismo de los porrazos electorales. Por su agotamiento en materia de respiración política.
Con una generosidad conyugal que ilustra la falta de caballerosidad, Kirchner escoge a Cristina, para que sea Ella quien enfrente las consecuencias, presumiblemente nefastas, de los «desastres seriales del gobierno trivial».
El gobierno de El.

Osiris Alonso D’Amomio
Para JorgeAsisDigital

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